domingo, 10 de junio de 2007

DECIMOOCTAVA FECHA CLAUSURA 2007





CLAUSURA 2007
FECHA 18
DOMINGO 10 DE JUNIO DE 2007

SAN LORENZO 4
Cristián Tula, Ezequiel Lavezzi, Gastón Fernández -2-



ARSENAL 2
Mauro Óbolo -2-


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La tarde dominguera estaba linda para jugar al fútbol. Y más aún para San Lorenzo, que llegaba a la penúltima fecha del Clausura con la gran chance de quedarse con el título local. El último había sido seis años atrás. Al Nuevo Gasómetro llegaba el siempre complicado Arsenal, que también tenía su objetivo: con un punto, se aseguraba la participación en la próxima Copa Libertadores. Nada más y nada menos. Para El partido, Ramón Díaz se la jugaba con todo y ponía al tridente ofensivo como titular. Gastón Fernández, Silvera y Lavezzi, desde el arranque. La fiesta, camioneta de por medio, estaba preparada. La mesa, puesta. Para El Ciclón, llegaba la hora de comer.

Con la popular local prácticamente rebalsando de hinchas, el clima festivo se llevaba toda la atención. Boca ya le había ganado a Belgrano, lo que obligaba al Cuervo a sumar de a tres para gritar campeón. En lo futbolístico, los de Alfaro tuvieron la primera. Rivero cortó con lo justo cuando Llama quedaba mano a mano con Orión. Pero esa tendencia se desdibujó en un abrir y cerrar de ojos. Iban apenas seis minutos. Lavezzi envió un muy buen centro desde la izquierda y Tula, de cabeza, clavó el tempranero 1-0. El tercero consecutivo para el defensor. La historia, parecía, empezaba a definirse.

El aliento de su gente empujaba a San Lorenzo hacia adelante. Y no alcanzaron a reacomodarse tras la apertura del marcador, que llegó el segundo revés. Lavezzi, inspiradísimo, encaró por izquierda, tiró dos paredes con La Gata Fernández, aunque la segunda pegó en Ruiz, y remató abajo, a la derecha de Cuenca. Nada que hacer para el arquero. Si bien faltaba mucho, el 2-0 olía a cuestión liquidada.

"Que de la mano de Ramón Díaz, todos la vuelta vamos a dar...", cantaban los hinchas en el Bajo Flores. Pero Arsenal se despertó. Y lastimó. El juego aéreo fue el camino elegido. Sekagya cabeceó bombeado tras un envío de Llama. La pelota se fue por arriba del travesaño. No quedó ahí la cosa.

En 240 segundos, para sorpresa de propios y extraños, todo volvió a estar como al principio. A la salida de un tiro de esquina desde la izquierda, el ugandés volvió a triunfar en las alturas, Casteglione remató y Bottinelli la sacó en la línea. El rebote fue todo de Obolo, quien empujó y consiguió el descuento. Y enseguida, después de dos apariciones de Cuenca ante Lavezzi, surgió nuevamente Obolo. Llama tiró otro centro y el lungo delantero cabeceó con potencia. El inesperado 2-2 era un baldazo de agua fría para San Lorenzo y su algarabía.

Un golpe en la cabeza de Tula, la sensación de que el Arse estaba un poco mejor y una tremenda atajada doble de Cuenca, primero a Gastón Fernández y después a Tula, se llevaron una etapa inicial que brilló por los goles y la intensidad lógica de las circunstancias.

Tocado y sentido por el empate de sopetón, San Lorenzo salió a jugar el complemento con toda la furia. Actitud, garra y corazón. Sabía que no se le podía escapar. Puro vértigo. Poco más de treinta segundos habían pasado cuando, luego de un centro venenoso de Ferreyra, Ruiz se agachó y La Gata no falló. El ex delantero de River puso la punta de su pie derecho y contagió de alivio a los suyos: 3-2. Y a los cuatro minutos, tras una triangulación entre Rivero, Fernández y Lavezzi, Sekagya llegó tarde y le cometió un claro penal al Pocho. Desde los doce pasos, La Gata colocó la bola a la derecha de Cuenca, quien fue hacia su izquierda. En un suspiro, la diferencia volvía a ser de dos y el aroma a campeón, ahora sí, empezaba a reinar en el estadio.

Esta vez, no hubo reacción visitante. El Ciclón supo cómo mantener la distancia en el resultado, tuvo la pelota cuando debió hacerlo y aguantó en otras ocasiones. Ramón Díaz puso a Aureliano Torres en lugar de Rivero. Después, Adrián González reemplazó a Fernández, goleador del equipo en el Clausura, con once conquistas. Y, por último, Darío Bottinelli por Lavezzi. Ovación para todos.

La novela ya estaba escrita. No dio para más. Las tribunas reflejaban cantidades indescriptibles de alegría. Las banderas flameaban en manos de los hinchas locales. Toda era regocijo y satisfacción en el Nuevo Gasómetro. Y no era para menos. El título local número diez de la historia azulgrana era un hecho. Llegó la invasión de la cancha, la vuelta olímpica, la emoción, el llanto en algunos. Y esto sigue. Todos quieren más. Para explicarlo, qué mejor que una de las banderas que adornaron el estadio. "Ramón, no te vayas, quiero la Libertadores", rezaba un trapo. El Pelado, ídolo también en Boedo. San Lorenzo es el mejor equipo del fútbol argentino. ¡Salud, campeón!

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