domingo, 25 de septiembre de 2005

LOS GOLES Y NADA MAS



APERTURA 2005 FECHA 8
SARANDI
DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE

Arsenal de Sarandí 1
Víctor Piriz Alves

Banfield 1
Gastón Galván

Al cabo, fue negocio para los dos. Arsenal hizo las cosas un poco mejor, aunque no supo rematarlo. Pero mantuvo la paternidad: desde que subió a la A nunca perdió con Banfield. Y, además, el cuadro de Sarandí luce orgulloso una rachita de cinco partidos sin perder. Y si bien Banfield resignó la punta (ahora está a uno de Boca) y perdió a dos soldados (Dátolo y Cvitanich se fueron desgarrados a los 22 minutos), sacó un punto de la galera y también mantiene un invicto de trece fechas, incluidas las ocho de este Apertura.



El 1-0 conseguido por el uruguayo Piriz Alvez sobre el final justificó el mejor primer tiempo de Arsenal. Con dos esquemas similares (4-4-2), el equipo de Bianco fue más elástico. Porque Yacuzzi se desprendía por la izquierda, Patricio González trepaba por la derecha y Raymonda intentaba convertirse en el eje futbolístico de la estructura, aunque alternando buenas y malas. Dos medias vueltas —una de Patricio González y otra de Tabares— pusieron la luz de alerta en el arco del reaparecido Lucchetti. En las dos, el arquero de Banfield respondió muy bien.



Las lesiones simultáneas de Dátolo y Cvitanich ensombrecieron el panorama para Banfield, que debió rearmarse de emergencia. Entró Paletta y fue de doble cinco junto al rendidor Leiva, la figura de la cancha por rendimiento y regularidad. Galarza se corrió a la izquierda y Franco Mendoza formó pareja ofensiva con Sand, pero ocupando el otro sector que transitó Cvitanich.



Banfield sólo aguantaba la pelota cuando la tomaba el correntino Sand, con más voluntad que recursos. Lucchetti volvió a salvar su arco, casi de casualidad: encontró el puntazo de Tabares tras una serie de rebotes en el área. Estaba claro que el gol maduraba en el arco visitante. Y cayó en un contraataque perfecto: la robó Raymonda, Yacuzzi abrió a la derecha, Tabares mandó un preciso centro al segundo palo y Piriz Alvez —con todo el arco a su disposición— concretó, de cabeza, el 1-0. Y estaba bien...



El mérito de Banfield fue saber cambiar a tiempo y demostrar que está fuerte en sus convicciones: tiene hambre de ser protagonista y pelear arriba en la tabla siguiendo la mística impuesta por Falcioni. El Gato Leeb (luego expulsado por increpar a Pezzotta) puso otro esquema más ambicioso en el arranque del complemento. Retrocedió a Paletta al fondo y corrió a Civelli a la derecha. Subió a Barraza al medio y dejó libre a Galván para la creación. Así, Banfield tuvo un poquito más de llegada. Pero arribó al empate con un tiro libre de Galván, que colocó la pelota en el ángulo derecho con la complicidad de un Dreer que se adelantó innecesariamente.



El 1-1 selló la suerte del partido. Porque los verbos meter, pelear, correr y luchar fueron más fuertes que el verbo jugar. Y si hasta ahí se había visto poco fútbol... La última media hora fue un bostezo donde prevaleció la pierna fuerte —en ese lapso, Pezzotta amonestó a cuatro jugadores; antes sólo había sacado dos tarjetas amarillas— y el juego cortado antes que alguna jugada hilvanada y con olor a peligro de gol. Igual, fue Arsenal el que tuvo la última chance para romper el empate. Se jugaban dos minutos y 20 segundos adicionales cuando el Pulpo González mandó el centro desde la izquierda y Rodrigo Mannara —¿en offside?— cabeceó por arriba del arco. Estaba claro: la justicia no se hizo presente en Sarandí.

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