domingo, 10 de diciembre de 2006

JUEZ DEL CAMPEONATO




 El amargo aroma a Misión Imposible estaba lejos de ser un freno para la ilusión de Estudiantes por hacer el milagro. En el colmado Estadio Ciudad de La Plata sobraban el color y la esperanza. Pero la cuestión era complicadísima. El Pincha debía ganarle al sólido Arsenal y esperar un triunfo de Lanús ante Boca en La Bombonera. Nada más y nada menos. Y eso para forzar un desempate por el título. El calor se potenciaba en las tribunas y el girar de las agujas del reloj daba comienzo a la gran definición del Apertura.

Presionado por la obligación, el equipo de Simeone salió enfurecido a buscar una rápida ventaja. Al minuto tuvo una con un remate de Calderón desde afuera del área que Cuenca controló en dos tiempos. A los del Cholo les costaba ser claros al momento de crear peligro y terminaban enredándose en la inteligencia que evidenciaba el planteo visitante. Lentamente, Arsenal se afianzaba en campo rival y aprovechaba la desesperación del local para manejar la pelota bajo la conducción de Raymonda. Andrés Pérez exigió a Andujar con un derechazo que se desvió en el camino. Un aviso.

Estudiantes estaba incómodo. Tenía demasiado vértigo y se diluía en el embudo de su propio nerviosismo. El conjunto de Alfaro dominaba y marcaba el ritmo en el arranque, pero hacia el promedio de esa etapa inicial la historia fue emparejándose. Y llegaron las chances. Primero, Pavone: de media vuelta, reventó uno de los ángulos de Cuenca. En la siguiente, Galván ganó la posición por izquierda y metió un buen derechazo que se fue cerca. Aunque esa ráfaga de superioridad le duró poco y nada al Pincha, que rápidamente volvió a nublarse. La impotencia de los platenses se reflejaba en los insultos contra el árbitro Baldassi por la amonestación a Verón.

Mientras la creatividad brillaba por su ausencia en La Plata, las noticias procedentes de La Bombonera no eran las más alentadoras. Mano de Pelletieri, penal para Boca y gol de Palermo. Estaba cada vez más difícil. Encima de todo, Estudiantes no jugaba bien. Incluso mostraba un nivel flojo con relación a lo que venía haciendo. El partido no entregaba demasiado. Se prestaban la pelota. Lejos de los arcos. Las situaciones de gol caían en cuentagotas. Un tiro libre de Verón se fue cerca, por arriba del travesaño. Y a cinco del descanso, Calderón le bajó la pelota de cabeza a Galván y éste, solo, se topó con Cuenca.

Trámite de parejo para flojo en los primeros 45 minutos. La llegada del entretiempo marcó el crecimiento de las expectativas y las vibraciones pincharratas. Porque Lanús le había empatado a Boca y se abría un poquito el desenlace de cara a las segundas partes.

El sueño estaba en pie. Pero los de Simeone sabían que, para cumplirlo, tenían que quebrar el duro esquema que plantaba Arsenal. Por eso salieron con todo, a comerse crudo a un rival molesto. Como Leones. Una buena jugada entre Calderón y Pavone que el Tanque no pudo concluir estuvo cerca de convertirse en la apertura del marcador. La popular local gozaba con los manguerazos que le regalaban los bomberos y así se olvidaban al menos por un ratito del sofocante calor.

Muy adelantado y jugado completamente en ataque, Estudiantes clavaba la mira en el arco de enfrente y dejaba espacios en el fondo. El visitante no ofrecía variantes. Las más de treinta mil gargantas que alentaban sin parar pidieron penal cuando Calderón cayó en el área tras un toque de Loeschbor, pero Baldassi vio simulación y le mostró la tarjeta amarilla al delantero. Aunque las emociones más fuertes se vivían en La Boca: Lanús metía el segundo y estaba arriba ante el Xeneize. El Pincha tenía la mesa servida y no podía sentarse a comer. Ahora debía hacer su parte.

Toda la carne al asador. No quedaba otra. El tiempo pasaba y el místico equipo platense de 1 y 57 no podía romper a un Arsenal que empezaba a inquietar de contraataque. Es que Estudiantes iba a los tumbos y quedaba desguarnecido en el fondo. Con poco fútbol, y más garra y corazón que cabeza, los dirigidos por el Cholo buscaban por todos los caminos. Cuenca tapó un cabezazo en contra del ugandés Sekagya, pero al local le faltaba claridad cuando cruzaba tres cuartos de cancha.

Por arriba, por abajo, por el medio, por los costados. Por todos lados atacaba Estudiantes. Anhelaba el grito. Y la locura iba a llegar. Con la bandera del gol sobre la hora que tantas alegrías le dio a lo largo de su historia. La escencia estaba intaca. Minuto 41. Se le escapaba de las manos una oportunidad tal vez impensada. Sólo una Bruja podía salvarlo. Y ahí apareció Verón. Al galope, en su escoba. Puso la pelota en el área. Y Alayes saltó. Y cabeceó. Y la pelota dio en el travesaño y entró. Gol, grito y delirio total en el Estadio Unico. El Pincha le sacaba lustre a su pasado y se llenaba de felicidad. Y forzaba la final con Boca.

Restaba esperar el pitazo final en La Bombonera y aguantar la diferencia. Y así fue. El bicampeón se dejó comer por los nervios y le permitió a Lanús ponerle pimienta al campeonato. Realmente increíble. La frutilla del postre la aportó Pavone. El goleador le rompió el arco a Orcellet, quien había reemplazado a Cuenca, y confirmó el milagro. Hazaña total. Estudiantes-Boca, Boca-Estudiantes: se viene un desempate tan inesperado como emotivo para un cierre de año que manifiesta a la perfección a un Apertura recargado de irregularidad. La cancha de Racing será el escenario testigo. El jueves, el día señalado.

FECHA 19 APERTURA 2006
LA PLATA
DOMINGO 10 DE DICIEMBRE

Estudiantes de La Plata 2
Agustín Alayes, Mariano Pavone

Arsenal de Sarandí 0

0 reacciones until now.

Buscar en Esto es Arsenal