Ayer se escribió otro capítulo de la historia de Arsenal, pero de esos que no abundan en nuestra memoria, los dolorosos. Cuando el rival te cancherea, te desprecia y muestra que se aburre jugando con vos, generalmente lo vas a buscar o te bancás esa actitud y le manifestás con hechos que no debes ser mirado en menos. Ayer se perdió una copa, pero se triunfó en dignidad y en ganas, con un plantel diezmado y con un árbitro que te iba a cobrar todas las que se ignoraron el partido de ida, por ello terminamos con 9 y aguantando atrás hasta el último segundo.
Antes del partido, pensé que se nos venía una mufa terrible. Garnero había dado el equipo en la mañana con Sava y Gandolfi de arranque, pero el Colorado y Cobija se resintieron de antiguas lesiones horas antes de entrar a la cancha, quedando ambos fuera. Por ello creí que se vendría uno de esos partidos horribles, se me pasaba por la cabeza Fluminense, Liga de Quito y ya preparaba el corazón para sufrir.
Y cuando Palacio en la primera llegada del Xeneize te emboca en una de las pocas distracciones de la defensa del Arse en el encuentro, mis temores se empezaban a confirmar. Sin embargo, Boca pareció relajarse y se limitó a contener los avances del Viaducto con Battaglia y Vargas en el mediocampo. Nosotros no le encontrabamos la vuelta a tan simple propuesta rival, con un Papu Gómez al que no llegaba seguido el balón, con Leguizamón y Matos teniendo que retroceder hasta mitad de cancha para recuperar o poder tocar la pelota. En fin, el primer tiempo parecía un entrenamiento, con un Boca que se floreaba con muy poco, y un Arse resignado, tratando de que los minutos avanzarán para irse rápido de una fiesta en la que no tenía parte.
Nada hacía pensar que el segundo tiempo sería una de las mejores producciones de Arsenal como conjunto en el año. Boca no definia el partido, apretaba el freno de mano e incluso muchos de sus jugadores caminaban y miraban como espectadores cuando la pelota les pasaba cerca. El Arse se estaba animando a vender cara la derrota e ir por lo menos a buscar un marcador decoroso, que dejara atrás lo sucedido hace 2 semanas.
En una jugada de muchas que tuvo en el partido, Papu Gómez supera a los defensores centrales, la recupera ante la resistencia de Paletta, Caranta sale a apurarlo pero el arquero queda a medio camino cuando el 10 del Arse se la da a Yacuzzi, para que este lance un centro hacia al arco ya que Carrera estaba desmarcado en el otro lado del área. Con el arco a su merced, el ex-Docke empata el partido y una pequeña luz de esperanza para cambiar las cosas se encendía en la Bombonera. Era el minuto 58, y todavía existía esa chance. Sin embargo, la inevitable expulsión de Báez ante una gran jugada personal de Riquelme, el único jugador de Boca que estuvo a la altura anoche, inquietaba y echaba algo de tierra a las ilusiones de Arsenal.
Pero el Arse tiene esas cosas que sorprenden, y a los que somos hinchas se nos hace un nudo en el estomágo cuando suceden. El debutante Contreras, que ingresó por Leguizamón, aguantó la pelota ante la pasividad de la defensa Xeneize, combinó con Carrera nuevamente libre por el carril derecho, intenta enviar un centro pero falla a la primera, el rebote le vuelve a quedar para reintentar el remate y esta vez casi por casualidad la pelota queda a la medida de Matos, que evade a Cáceres y anticipando cualquier reacción de Caranta cabecea al primer palo. Mauro en 2 partidos, 2 goles, y quiere mostrar que dará pelea en Arsenal. Era el 2-1 y los penales estaban apenas a un gol, era díficil pero no imposible.
Comenzaba a sentirse en la Boca olor a hazaña, a "bombonerazo", pero Arsenal estaba fusilado y con 10 hombres el esfuerzo se empezaba a sentir. Fueron 10 minutos en que se soño con algo impensado, hasta aquella falta de Christian Díaz que desembocó en su expulsión. Ya con 2 menos, la Recopa se esfumaba inevitablemente. Además, el Xeneize había reaccionado sobretodo gracias al empuje de su gente, que luego de la sorpresa por la desventaja y al darse cuenta que el Arse no podría ir por más recuperó su habitual aliento.
Para concluir, hubiera estado más feliz si es que Riquelme hubiera desperdiciado aquel tiro libre y habernos llevado una victoria de la Bombonera, pero el destino impidió que Arsenal se despidiera con una alegría de una Recopa que resultó esquiva desde el primer minuto del primer partido.
Estoy orgulloso, los jugadores se brindaron por entero, no se propusieron ir por la hazaña ni hacerse los héroes, sino que demostraron actitud y huevo ante las adversidades. Que aunque todos los daban por muertos, estuvimos a un paso de arruinarle la fiesta a los bosteros. Ojalá este año el equipo nos regale otras alegrías, que se nos dé alguna vez el Apertura o volvamos a ganar la Sudamericana. Es el sueño que tengo hoy...
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